“La China María”. Por Carlos Yayo Hourmilougue.

Hay un Grupo en Facebook, que administra Horacio Molino- Se trata de
HISTORIAS SECRETAS, DESCONOCIDAS U OLVIDADAS DE LA CIUDAD AUTONOMA DE BS.AS.
Y seguramente alguna vez has leído algunas de sus historias y si no, podes comenzar a hacerlo. Se trata nada menos que de un Grupo público que ya suma 12.200 miembros, bien ganados.


Dejame compartir con vos hoy, una historia que ha subido justamente Horacio Molino, por el Día de la Mujer, un homenaje a la Primera Canillita de Buenos Aires; “La China María”.
María Honoria Elías de Isola, pasó a la historia por ser la primera mujer canillita de la Argentina, una profesión ligada exclusivamente a los hombres por aquellos finales del siglo XIX y principios del XX.
La China, nació sin fecha exacta, se calcula que hacia 1850 en el barrio de San Telmo, en el seno de una familia acomodada ya que esas eran las ventajas de ser hija de un miembro del ejército, el General Olayo Elías. Sin embargo, dueña de un espíritu rebelde para la época, decidió meterse de lleno en la venta del material más preciado por los varones de la alta sociedad: la información.
Casada con un tal Isola, con quien tuvo cuatro hijos. Probablemente, al quedarse viuda a comienzos del siglo XX, sin oficio y sin estudios, se dedicó a la venta de diarios, encontrándole el gusto también a la protección de tanto niño canillita. Solía agrandar su familia al llevarse a comer y a dormir en su casa a chicos de la calle vendedores de diarios, a los que además brindaba afecto y consejos. (Canillita es la denominación que aludía a los huesos largos de las piernas flacas de estos trabajadores mal alimentados, y que fuera popularizada luego del estreno en 1903 de “Canillita”, la obra de Florencio Sánchez).
El País, El Diario, El Tiempo, La Nación, La Prensa, La Tribuna y la Razón eran los siete periódicos que llevaba la China en su bolso por las calles Independencia, Entre Ríos y los bares tradicionales.
Según las crónicas, a la China María la descubrimos como canillita primeramente en los Corrales Viejos, luego en la esquina de Entre Ríos e Independencia; de allí se mudó al café Fuentes y sus inmediaciones, para finalmente instalarse en su último puesto: frente a la Casa de Gobierno, en Plaza de Mayo. Se dice que proveyó de periódicos a Victorino de la Plaza, a Figueroa Alcorta y a Hipólito Irigoyen
Además lidero las revueltas de los inquilinos en las habitaciones de los conventillos de La Boca por los aumentos en los alquileres. La China María no podía faltar a semejante convocatoria: estuvo en las primeras filas de esa movida. Por cierto, ella era querida y respetada en el mundo de los conventillos porteños para el que organizaba bailes y desfiles en carnaval, siempre con una concurrencia numerosa que desbordaba el patio del inquilinato y salía a la calle.
Su popularidad se mantuvo en alza hasta que se retiró de su oficio, a fines de los veinte. Una imagen borrosa, velada por el tiempo, asomó en la primera página del diario La Razón, en 1930, al cumplir los 80. Murió cuatro años después en un hospital público rodeada de sus amigos canillitas.
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