LAS PRIMERAS FOTOGRAFIAS TOMADAS EN BUENOS AIRES-Yayo Hourmilougue.

El 19 de agosto de 1839, en París, nacía oficialmente un gran invento para la época: el daguerrotipo

En Buenos Aires se conoció esta maravilla europea, gracias a noticias publicadas por La Gaceta Mercantil del 11 de marzo de 1840, donde se comentaba lo acontecido en París.

El estadounidense John Elliot fue el primer daguerrotipista en nuestro país. Su anuncio del 22 de junio de 1843 era por demás rimbombante: “El señor Elliot tiene el honor de anunciar al respetable público de Buenos Aires que acaba de llegar de los Estados Unidos provisto de todas las máquinas perfeccionadas del Daguerrotipo. Tengan a bien concurrir a la Recova Nueva, en los altos N° 56 Plaza de la Victoria”.

Los primeros daguerrotipistas eran, provenientes en su mayoría de los Estados Unidos y Europa, entre los más notables se encontraban el americano Arthur Terry y el alemán Adolfo Alexander (1822-1881),

En Buenos Aires se instalaron preferentemente en los alrededores de la actual Plaza de Mayo, y funcionaban en viviendas alquiladas cuyas “galerías de pose” se ubicaban en los “altos” de aquellas edificaciones. Allí retrataron a lo más granado de la sociedad porteña y enseñaron el nuevo arte.

La fotografía del Almirante Guillermo Brown y su esposa Elizabeth Chitty que fuera tomada el 29 de julio de 1844 por el daguerrotipista John Elliot, es considerada la fotografía preservada más antigua de la Argentina

Con una escenografía casi teatral, los retratados debían posar muy tiesos frente a la misteriosa cámara de madera con su gran objetivo montado en bronce y, seguir precisas instrucciones de aquellos “gringos”. No podían moverse ni parpadear mientras la imagen se iba formando durante largos segundos de exposición en la sensible plancha daguerreana.

El horario para retratarse era entre las 10 de la mañana y las 2 de la tarde para aprovechar la luz cenital.

Todo era muy novedoso para los porteños, pero también había opiniones contrarias, como la de Juan Manuel de Rosas, quien, por ejemplo, nunca permitió que se le tomara un daguerrotipo por considerarlo “cosas de gringos”. Sin embargo, gracias a estos fieles retratos, hoy se conocen las verdaderas facciones de personajes ilustres como el general José de San Martín, Domingo Faustino Sarmiento o Mariquita Sánchez de Thompson.

En 1848 había en Buenos Aires diez daguerrotipistas, todos extranjeros itinerantes, que cobraban entre cien y doscientos pesos por un retrato: entonces, un dependiente de tienda ganaba veinte pesos mensuales.

El proceso era muy costoso, por lo que solo se encontraba al alcance de una minoría acaudalada de altos comerciantes, hacendados, jefes militares, diplomáticos. Por sus elevados precios son contados los retratos que se conocen sobre gauchos o afro argentinos. En el Museo Histórico Nacional se atesoran las únicas nueve vistas al daguerrotipo del centro de Buenos Aires.

Estos incunables de los albores de la fotografía actualmente están guardados en colecciones públicas y privadas, entre las primeras se destacan las que se encuentran en el Museo Histórico Nacional y el Complejo Museográfico Provincial “Enrique Udaondo” de Luján. Pero la mayor parte pertenece a familias que han recibido por herencia este patrimonio visual.

Horacio Molino facebook

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