Acompaña a Luis Tarullo:
En menos de 24 horas, la cúpula de la Iglesia católica argentina lanzó mandobles a diestra y siniestra sobre la situación social, económica y política del país, y en una de esas ocasiones lo hizo ante el propio presidente Alberto Fernández.
La secuencia se dio este jueves 15 de diciembre, diez días antes de la Navidad, cuando los espíritus ciudadanos empiezan a pensar en las Fiestas de fin de año y en las vacaciones, aunque es sabido que desde hace largo tiempo se incrementan los bolsones de personas que no alcanzan a cubrir sus necesidades básicas y lo que para algunos es felicidad, para otros no tan pocos es carencia y hasta tristeza en estas épocas en las que las almas se sensibilizan.
Horas antes de ir a ver al Presidente a la Casa Rosada, la conducción de la Conferencia Episcopal Argentina dijo que en este tiempo cercano a la Navidad «brilla la figura de Jesús», pero sin tiempo para respirar añadió que «ese Niño tan nuestro nos habla de un Dios que está cerca, que quiere acompañar nuestras luchas y sanar nuestras heridas».
Como era de esperarse, la descripción de esas «heridas» era lo siguiente y así los obispos dijeron que «somos pastores en medio de nuestro pueblo, con vocación de diálogo, y conocemos sus sufrimientos, angustias y esperanzas». Punto seguido para agregar que «a pesar de tantos fracasos y desilusiones, este pueblo bueno sigue esperando». Aseveración con símbolo de paz y paciencia, pero también puede interpretarse como una advertencia sobre una mayor descomposición social si las soluciones no llegan.
«Puede sonar extraño en este contexto difícil, pero en Navidad queremos invitarlos a la alegría», añadieron. «La alegría profunda y verdadera. La alegría que viene de Dios».
Y ahí apareció el sablazo que puede sonar críptico y sin previo aviso para quienes no están acostumbrados a leer -y menos entre líneas- estos mensajes eclesiásticos: «La alegría de los pobres que a pesar de todo siempre encuentran algo para celebrar y agradecer. La alegría de las familias que, como la de Jesús, María y José, siguen siendo espacios de consuelo y contención».
Un sablazo que tuvo su duplicado cuando pidieron que «Jesús, Príncipe de la Paz, nos ayude a ponerle el hombro a nuestra Patria, porque no dejamos de soñar con una Argentina donde reine el amor a la vida, a la verdad y a la justicia». Vida, verdad, justicia. Valores disparados hacia todos los sectores responsables de poner al país de pie, incluida la propia Iglesia, por supuesto, que no puede hacerse la distraída en estos menesteres.
En ese primer mensaje los prelados encabezados por monseñor Oscar Ojea, obispo de San Isidro, dijeron en su documento «gracias, muchas gracias a todos los que eligen superar el individualismo y optan por la generosidad y el servicio, porque es la opción que hizo Jesús desde la Navidad y hasta dar la vida, sin guardarse nada».
Pocas horas después vino la reunión con Fernández y algunos funcionarios en la Casa Rosada, en la que los obispos volvieron a sacar de sus bolsillos los dramas sociales y sus rígidas posturas sobre aborto y eutanasia, aunque sin nombrarlos.
Por el Episcopado estuvieron, además de Ojea, monseñor Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y vicepresidente primero de la CEA; monseñor Carlos Azpiroz Costa, arzobispo de Bahía Blanca y vicepresidente segundo; monseñor Alberto Germán Bochatey, obispo auxiliar de La Plata y secretario general, y el presbítero Máximo Jurcinovic, director de Comunicación y Prensa de la Secretaría General de la CEA.
La formalidad fue llevar a Fernández el tradicional saludo de Navidad y compartieron. Dijeron que hubo un «cordial diálogo» y que le regalaron al Presidente un libro del papa Francisco que «refleja las imágenes y reflexiones como líder espiritual durante la pandemia».
Inmediatamente, alertaron sobre «la importancia de que, tal lo manifestado en su discurso después de las elecciones del pasado 14 de noviembre, se lleguen a acuerdos fundamentales y superadores, que hagan detener la continua confrontación que se vive en nuestro país, ya que en un clima así es muy difícil salir adelante».
También advirtieron que perciben «un aumento en la violencia, en parte por el enojo y la tristeza que ha producido la pandemia. Además de la creciente desigualdad social, el aumento de la pobreza, la problemática del acceso a la vivienda y la crisis educativa que generó la pandemia».
Otra alerta fue la preocupación por el aumento del consumo de drogas durante la pandemia de coronavirus y los proyectos para legalizar las apuestas online en distintos lugares del país, ya que, observaron, es una «problemática nociva, especialmente para la población de alta vulnerabilidad».
Y transmitieron a Fernández «la necesidad del cuidado de la vida en todas las etapas de su desarrollo, desde la concepción hasta la muerte natural». Más claro imposible: postura contra el aborto y contra la eutanasia. Trascartón, después de todo lo dicho, desearon a los presentes «una Feliz Navidad, pidiendo para todos los argentinos vivir la paz y la fraternidad».
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