Un fenómeno de la actualidad, con vista al futuro, es el déficit cultural que genera una alarmante limitación del razonamiento y se manifiesta en el remplazo del diálogo por gritos; su significancia es una brutal ruptura del contrato social
En 1990, el futurólogo francés Thierry Gaudin reunió un grupo de científicos y expertos, con los cuales organizó seminarios, para desdramatizar las aprensiones que suscitaba la llegada del siglo XXI e imaginar cómo sería el mundo en 2100
Un eje consistió en examinar las perturbadoras consecuencias de la explosión demográfica, “como consecuencia de la aceleración de las grandes migraciones rurales registradas después de la Segunda Guerra Mundial, había 18 megalópolis con más de 5 millones de habitantes (Buenos Aires, con 8,4 millones de personas, ocupaba el 5° puesto en el ranking mundial). Medio siglo después, existen 79 áreas de población que sobrepasan ese límite, (A pesar de haber aumentado su población a 15,3 millones de habitantes, Buenos Aires descendió a la 14ª posición de la lista mundial). Como resultado de ese gigantesco éxodo humano, la mayoría de la población (56,2%) se concentró –por primera vez en la historia de la humanidad– en las grandes ciudades y sus periferias.
El aumento de la pobreza favorece la aparición de “salvajes urbanos”, cada vez más alejados de la educación, sin formación profesional adecuada para adaptarse al ritmo que exige la evolución tecnológica, en situación casi permanente de desempleo y condenados a vivir como marginales en ruptura con toda forma de socialización. Pero conocer el origen no explica todo.
“Desde el punto de vista político, ¿se cuestionan los modelos vigentes, o se imaginan alternativas concretas para salir de la espiral infernal de decadencia económica, política, social y cultural?”.
Déficit cultural que genera una limitación del razonamiento y se manifiesta en gestos de insoportable insolencia y menosprecio de la cortesía. El síntoma más visible de ese fenómeno es la perversión del lenguaje.
Luego de 50.000 años, el hombre posee 88.500 palabras en español más 70.000 americanismos (o 200.000 palabras en inglés, idioma mucho más rico). La mayoría de la gente, utiliza actualmente entre 300 y 500 expresiones.
¿Todo eso para terminar profiriendo insultos, frases descuadernadas y sonidos guturales en un Parlamento, en un debate por televisión, o sencillamente en una conversación entre amigos?
“El salvajismo de las palabras precede y prepara el salvajismo de los actos”, se alarmó hace poco la historiadora francesa Mona Ozouf.
Un momento descripto como “Una nueva Edad Media”, con “zonas grises” dominadas por las mafias y la corrupción, habitada –cada vez más– por desclasados, donde la razón se repliega ante ideologías primarias, supersticiones y miedos ancestrales, y donde prevalecerán la atomización y el desorden.
Thierry Gaudin (doctor en Ciencias de la Información y la Comunicación), compara las ciudades amuralladas de la Edad Media –custodiadas por caballeros armados– con los barrios cerrados modernos, que solo pueden sobrevivir en medio de poblaciones empobrecidas gracias a la protección de fuerzas privadas de seguridad que son, en la práctica, mercenarios híbridos (semi uniformados, mal armados, peor pagados y relativamente fieles).
Con ese panorama a la vista, parece inevitable imaginar que la humanidad no avanza hacia un mundo de igualdad, tolerancia y refinamiento intelectual.
En una prueba que se realizó en 2019 antes del cierre de escuelas por la pandemia La Argentina registró el peor desempeño de su historia en una evaluación internacional de aprendizaje de la Unesco
Quince años atrás los alumnos argentinos superaban en todas las áreas a sus pares de la región; hoy están por debajo del promedio
En 2006, la primera edición de la prueba, Argentina quedó por encima del promedio en las cuatro áreas que se midieron por entonces. Seis años después, en 2013, ya se observaba una caída en el rendimiento comparado con la región. Ahora, en el estudio revelado hoy, los chicos argentinos muestran peores resultados que sus pares en matemática, lengua y ciencias naturales.
El ERCE es una prueba representativa que lleva adelante el Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación (LLECE) de la UNESCO. En su última versión, cubrió a más de 4.500 escuelas y 202.000 chicos, que representan a casi 20 millones de estudiantes en sistemas educativos que albergan un universo total de 150 millones. Además de Argentina, participaron Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana y Uruguay.
Si bien el informe no genera rankings, el ministro deslizó que la posición relativa de Argentina es muy mala. En Sudamérica se ubicaría en el anteúltimo lugar, solo por encima de Paraguay y por debajo de Brasil, Uruguay, Colombia, Perú y Ecuador.
“Tenemos problemas muy grandes también en primaria”, remarcando una “caída abrupta” de la inversión por parte del Estado Nacional entre 2015 y 2019, año en que se tomó la evaluación.
“La inversión educativa del Estado Nacional en Argentina experimentó un notable retroceso en ese periodo reciente. Mientras que entre 2003 y 2015 el gasto consolidado del Estado Nacional en educación aumentó en promedio un 2,7% del PBI, pasando del 3,4% al 6,1% del producto, entre 2015 y 2019 cayó en más de 1,3 puntos del PBI cerrando en 4,8%”, explicaron en el Palacio Sarmiento.
“¿Cómo se empieza a salir de esto?”, preguntó Infobae. El ministro Perczyk dio una serie de claves: avanzar en la reinversión en forma “continuada y constante por encima de la inflación proyectada”, proveer de material didáctico a los alumnos que más lo necesiten, perfeccionar la capacitación docente, recuperar el programa Aprender Conectados y, en especial, garantizar que todos los chicos regresen a la escuela tras la desvinculación profunda que ocurrió durante la suspensión de las clases presenciales.
En correlato con esta situación y suponiendo que el crecimiento de la humanidad no es infinito, por el contrario, se especula con su disminución y colapso a partir de determinado pico de población.
De acuerdo con un estudio publicado en The Lancet (revista médica británica), se acelerarán la disminución de la fertilidad y el crecimiento demográfico mucho más lento.
Según el estudio, en la Argentina el pico de población sería en 2062, cuando podría haber entre 54 y 59 millones de habitantes. Luego, en 2100 la población se reduciría a 48 millones (actualmente tiene poco más de 44 millones). El caso de Chile es más llamativo. Con 18 millones en 2017, pasaría a 15 millones a final de siglo. Su pico sería en 2046, cuando podrían llegar a 29 millones.
Con una mirada al mundo, calculan que las poblaciones menguarán a la mitad en 23 países y territorios, incluida España, y otros países que perderían la mitad de población son Japón, Tailandia, Italia, Portugal y Corea del Sur. Además, otros 34 países tendrán una gran disminución de habitantes, incluida China, que pasará de 1400 a 732 millones.
«Existen países de altos ingresos con una fecundidad por debajo de la tasa de sustitución, y, hay algunos países que pueden considerar políticas que restrinjan el acceso a los servicios de salud reproductiva, con consecuencias potencialmente devastadoras”.
El futuro que plantea este estudio es el de un planeta extraordinariamente envejecido en 2100, en el que los mayores de 65 años rondan los 2.300 millones, en comparación con tan solo 1.700 millones de menores de 20 años. Habrá el doble de personas mayores de 80 años que menores de 5 (800 millones frente a 400). Este cambio brutal en la pirámide demográfica afectará a las relaciones de poder entre los países y su capacidad de mantener la solidez de su economía con una fuerza laboral menguante y avejentada
¿“Hay un futuro que debemos planificar con urgencia»?
Ante la extinción inevitable de la especie, sin importar lo que puedan hacer para evitarla, considerando lo que podría ser una reacción tardía a la de pérdida de hábitat, con menos recursos para todos, sumado a la fertilidad que comienza a declinar, la tasa de natalidad desciende por debajo de la tasa de mortalidad; y cuando los recursos genéticos son limitados, la población humana ¿está destinada no solo a la contracción sino al colapso?
¿Será pronto?
Y si fueran los salvajes los últimos sobrevivientes, ¿sabremos escribir dignamente el epitafio?
Thierry_Gaudin: https://fr.wikipedia.org/wiki/ Fuentes: mafernandez@infobae.com y LA NACION
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