DURÍSIMO MENSAJE DEL OBISPO DE SAN NICOLÁS- Por Luis Tarullo.

Acompaña a Luis Tarullo.

El obispo de San Nicolás de los Arroyos, monseñor Hugo Norberto Santiago, emitió un durísimo mensaje en el que repartió críticas a diestra y siniestra; dijo que la Iglesia católica no debe intervenir en política partidaria pero sí en la política que defiende valores como la honestidad y aseveró que el corrupto es un ciego que como tal no puede guiar al prójimo.

Las particulares reflexiones tuvieron directos destinatarios: los gobiernos pasado y presente. Mencionó el endeudamiento externo y el supuesto destino incorrecto que se le habría dado a los fondos, así como los aumentos de impuestos, los cargos políticos y sus altos ingresos, el consecuente empobrecimiento de la gente, el riesgo de desaparición de la clase media y hasta el peligro del default.

Y aplicó el látigo a toda la clase dirigente -políticos, empresarios y sindicalistas-, reclamándole que deje de lado las ambiciones personales y ponga como prioridad el bien común.

Es poco habitual escuchar tal voltaje en el mensaje de un alto dignatario de la Iglesia católica. No en términos de contenido, sino en el léxico utilizado. Llano, sin subterfugios, con destinatarios directos, aunque no mencione nombres y apellidos.

Encima, Santiago conduce una diócesis con particular envergadura, una de las más importantes del país que congrega año a año a millares de fieles que veneran a la Virgen del Rosario de San Nicolás, considerada la mensajera de María.

También es importante su rol en la Conferencia Episcopal Argentina (CEA):  delegado de la Región Pastoral Litoral y miembro de la Comisión Pastoral de Salud. Estos roles lo dotan además de especial autoridad para evaluar y emitir su consideración sobre aspectos centrales de la realidad social argentina.

«Para conducir hay que tener la vista sana», fue una de las frases que sintetizan su sentencia en el mensaje. Y citando a Jesús, preguntó si «un ciego puede guiar a otro ciego».

«Hace tiempo que un político afirma que tenemos que tener un ‘país laico’; en otras palabras, que la religión no se tiene que mezclar con la política. Si eso se refiere a que ‘los curas’ no nos tenemos que meter en política partidaria, tiene razón, nuestra función es claramente otra», admitió Santiago.

Pero trascartón vino la aclaración y la admonición de que los religiosos deben actuar en términos políticos en otras circunstancias.

«En cambio, si lo que afirma se refiere a los valores que en Occidente hace dos mil años nos vienen del Evangelio de Jesucristo, como por ejemplo no vivir como si Dios no existiera sino tomarlo como fuente de toda razón y justicia; no robar sino compartir las capacidades y oportunidades; no matar sino honrar la vida; no mentir sino trabajar por la verdad; no descartar sino integrar a tu padre y a tu madre cuando son ancianos o están enfermos; defender la justicia distribuyendo las cargas de acuerdo a las capacidades y contemplar los derechos de acuerdo a la dignidad de las personas; no vivir ociosos sino trabajar para ganarse el pan, etc., la afirmación de que la religión no se debe meter en política es falsa», aseveró.

E insistió en que «en Occidente esos valores que mencionamos y otros tantos, hace dos mil años que tienen su fuente en el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo y han sido pensados y elaborados como doctrina social, de modo que no se queden en ‘la conciencia’ de cada uno –con lo cual serían inútiles-, sino que incidan en la vida concreta de los hombres y de la sociedad saneándola. Muchos que nos precedieron y fueron artífices de nuestra Nación, encarnaron esos valores».

Pero las palabras de monseñor Santiago -difundidas por AICA- no quedaron allí, sino que emprendieron un derrotero más escarpado en términos estrictamente políticos y con destinatarios fácilmente identificables, aunque no haya mencionado sus nombres.

«Si lo que estamos sufriendo los argentinos desde hace tiempo es la inmoralidad grave de algunos que nos gobernaron, que pidieron préstamos multimillonarios en nombre de todos y los malversaron en favor de algunos; si una multitud se empobreció más y una minoría se enriqueció ilícitamente; si hay una jerarquización exagerada en los puestos políticos, algunos de los cuales tienen una asignación mensual que es más de veinticinco veces la retribución de un jubilado, generando presupuestos siderales que pagamos entre todos; si los intereses personales y sectoriales han ido en perjuicio del bien común, es porque hace tiempo que Dios, como fuente de toda razón y justicia, fue dejado de lado», dijo solo con la pausa de los signos de puntuación. Parece estar claro de quienes está hablando.

Y agregó que «si la luz de los valores falta en quienes tienen que conducir a la Nación hacia destinos de bien común y dignidad y también en los que son guiados, es lógico que ambos caigan en un pozo. Por eso la religión como portadora de valores, debe ‘meterse’ es decir, ‘iluminar’ a la política y la vida concreta de todos los ciudadanos, aunque es verdad que ‘los curas’ no deben meterse en política partidaria porque su puesto de trabajo para el bien común no es ese».

«La función de los religiosos -volvió a aclarar- es vivir y motivar la vivencia de esos valores en todos los ambientes donde viven las personas, señalando y cuidando especialmente a los más desvalidos».

Luego la emprendió contra la corrupción y sus personeros, que obviamente deben ser denominados corruptos. «El corrupto, es decir el que no tiene valores, es ciego para guiar hacia el bien común porque sólo ve sus intereses personales; y como un ciego no puede guiar a otro ciego; así se explica que por enésima vez, como quien tropieza siempre con el mismo obstáculo, los argentinos estamos al borde de caer en el pozo del ‘default’, del aumento de impuestos desmedidos, del mayor empobrecimiento de la mayoría, de la desaparición de la tan necesaria ‘clase media’, que es la que genera trabajo y equilibrio social», precisó.

«Parafraseando el dicho de Jesús y aplicándolo a la realidad argentina, podemos decir: ‘un corrupto no puede guiar a otro corrupto’ porque ambos caerán en el pozo cada vez más profundo de la corrupción. Necesitamos gente que ‘vea’ desde los valores que alimentan el bien común, el desinterés, la empatía con el que sufre más y necesita ser promocionado; dirigentes, empresarios, sindicalistas que pongan el bien común por encima del bien particular, entonces nos podrán guiar hacia un país mejor. Está claro: el problema es la corrupción, esta se sanea con valores y los valores están expresados en los diez mandamientos y en las bienaventuranzas proclamadas por Jesucristo, que nos hacen pasar de la ceguera del egoísmo a la luz de la honestidad y el bien común», amplió.

Como corolario, el dignatario dijo que «como Dios es Padre de la gran familia humana, es lógico que nos pida pensar y trabajar para el bien común de la familia doméstica, barrial, municipal, provincial, nacional y global. Para eso tenemos que volver la mirada a Él, a su Palabra iluminadora, reflexionarla, hacerla nuestra y pedirle que nos regale alguno de los atributos que él tiene como Creador y Benefactor de todos».

Crédito Portada Revista Ecclesia

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