DEMASIADAS CUENTAS PENDIENTES CON LAS MUJERES-Por Luis Tarullo.

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La continuidad de la desigualdad entre hombres y mujeres en muchos ámbitos de la vida cotidiana no es ninguna novedad, como tampoco es novedad que esa situación va superándose con el correr de los años, aunque de manera más lenta que la deseada.

De todas maneras, resulta increíble observar, por ejemplo en el sector laboral, la persistencia de prohibiciones e iniquidades para con el género femenino que resultan absurdas, por denominarlas de alguna forma.

Tales los casos de algo más de una quincena de países que tienen vedado el acceso de las mujeres a la conducción de transportes de pasajeros o de cargas, algo que en la Argentina ya está superado en casi todos los rubros.

En Azerbaiyán se prohíbe a las mujeres conducir trenes o subtes, o conducir o trabajar como asistentes de conductor de locomotoras, trenes eléctricos y trenes diésel. En Bielorrusia las mujeres no pueden ser choferes de colectivos interurbanos para más de 14 pasajeros o camiones con capacidad de carga superior a 5 toneladas. Belice no se les permite trabajar en el transporte de pasajeros o mercancías por rutas,  tren o vías navegables interiores.

En Dominica (isla del Caribe) las mujeres no pueden trabajar en transporte de pasajeros o mercancías por carreteras, ferrocarril, mar o vías navegables interiores. Kazajstán les prohíbe trabajar como maquinistas, camioneras o conductoras auxiliares en ferrocarriles, trenes diésel o locomotoras. En Kirguistán (país de Asia Central) las mujeres no pueden trabajar como ayudantes de conductor de locomotoras. En Líbano a las mujeres no se les permite conducir vehículos de grandes dimensiones.

Madagascar les impide trabajar de noche en empresas industriales, lo que incluye el mantenimiento y reparación de vías férreas y tranvías. Malasia no les permite trabajar en el transporte de pasajeros o mercancías,  por carretera, ferrocarril, agua o aire, incluida la manipulación de mercancías en muelles, almacenes o aeropuertos. En Nigeria las mujeres no pueden trabajar de noche en el transporte de pasajeros o mercancías por carretera, ferrocarril, aire, mar o vías navegables interiores. La veda incluye la manipulación de mercancías en muelles, almacenes y aeropuertos, además del transporte a mano de carbón u otros materiales hacia o desde embarcaciones o barcos.

Papúa Nueva Guinea no permite a las mujeres trabajar de noche en el transporte de pasajeros o mercancías por carretera, ferrocarril o vías navegables interiores y el transporte de mercancías en puertos, embarcaderos y almacenes. Sierra Leona les impide trabajar de noche en el transporte de personas o mercancías. Somalia prohíbe a las mujeres trabajar de noche en el transporte de pasajeros o mercancías por carretera, ferrocarril, mar o vías navegables interiores, así como en el transporte de mercancías en muelles, puertos, y almacenes.

En Tayikistán, otro país de Asia Central, las mujeres no pueden trabajar en el transporte por carretera, ferroviario y aviación civil. Y Vietnam prohíbe a las mujeres conducir trenes (excepto trenes de operación automática y trenes que circulen por el centro de las ciudades y rutas turísticas) y automóviles de un peso superior a 2,5 toneladas.

La Federación Rusa prohibía hasta no hace mucho a las mujeres trabajar como maquinistas de trenes eléctricos o camioneras, debido a una ley creada en tiempos de la Unión Soviética. Había 456 profesiones vedadas a las mujeres por ser consideradas de alto riesgo. Pero el gobierno redujo la lista a 98, permitiendo que, por ejemplo, las mujeres trabajen conduciendo trenes o camiones. Sin embargo, no podían ejercer como bomberas (en equipos de extinción de incendios), conductoras de excavadoras, buzos y mineras.

A propósito de las iniquidades en materia de género, la crisis que provocó la pandemia de coronavirus en el mundo laboral de América Latina y el Caribe impactó más en las mujeres, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

De acuerdo con la estadística, las mujeres perdieron 23,6 millones de puestos de trabajo al segundo trimestre de 2020, y a fines de 2021 faltaba recuperar 4,2 millones. En cambio, los hombres habían cubierto casi completamente 26 millones de empleos perdidos en ese mismo período.

La OIT dijo en un estudio elaborado en marzo pasado que la tasa de participación regional de las mujeres rondaba 41% a comienzos de los años 90 y había subido en forma constante hasta 52,3% en 2019 (promedio de los primeros tres trimestres). En 2020, en ese mismo período bajó a 47%, aunque ese año el promedio regional llegó a estar en 43%.

En 2021 la tasa de participación subió hasta 49,7%, pero 2,5 puntos porcentuales por debajo de los niveles pre-pandemia. Al tercer trimestre de 2021 la tasa promedio de desocupación de las mujeres fue de 12,4%, la misma de 2020, por lo que no hubo una mejoría.

El análisis de OIT dijo que las medidas por la emergencia sanitaria, como cierre de centros educativos y de cuidados en forma generalizada, ejercieron un impacto negativo en la participación laboral femenina.

A ello debe sumarse que otros sectores de actividad donde influyó el aislamiento social (comercio, restaurantes, hoteles y rubro de esparcimiento) son intensivos en mano de obra femenina.

Otro punto de impacto fue en el empleo informal y en las micro, pequeñas y medianas empresas, donde las mujeres también tienen protagonismo. Un caso clásico es el trabajo doméstico, donde el 91% del empleo es femenino y el 72% es informal.

“La pandemia agudizó desigualdades estructurales existentes. Las mujeres rurales, las jefas de hogar con niñas y niños pequeños, aquellas de menos formación y educación, mujeres indígenas y afrodescendientes han sido más afectadas. Las brechas de género, tanto en la participación como en los ingresos, son persistentes en las mujeres con menores ingresos y menor nivel educativo”, dijo la especialista regional en economía laboral de la OIT, Roxana Maurizio.

“Las consideraciones sobre igualdad de género deben ser un componente intrínseco del diseño, la elaboración, la aplicación y el análisis de los resultados de la totalidad de programas y estrategias, políticas, leyes y reglamentos implementados durante la pandemia y en la etapa de recuperación”, advirtió la OIT.

También alertó que no deben retirarse en forma anticipada “medidas de estímulo sectorial para consolidar la recuperación, especialmente en sectores con una proporción mayoritaria de mujeres trabajadoras”, ni “las medidas de transferencias de ingresos o ayudas en especie para garantizar las condiciones mínimas que permitan sostener el crecimiento del empleo”.

Otro trabajo demuestra las diferencias entre géneros. Un informe del Banco Mundial titulado La Mujer, la Empresa y el Derecho 2022, indicó que alrededor de 2.400 millones de mujeres en edad de trabajar no tienen igualdad de oportunidades económicas y 178 países continúan con barreras legales que les impiden participar plenamente en la economía.

En 86 países, las mujeres enfrentan algún tipo de restricción laboral y 95 países no garantizan la igualdad de remuneración por un trabajo de igual valor.

También señala que a nivel mundial “las mujeres todavía acceden a solo tres cuartas partes de los derechos reconocidos a los hombres, lo que se traduce en una puntuación total de 76,5 sobre 100 puntos, que indicaría la existencia de una paridad jurídica completa. Sin embargo, a pesar del efecto desproporcionado que la pandemia mundial ha generado en la vida y los medios de subsistencia de las mujeres, 23 países reformaron sus leyes en el 2021 y dieron pasos muy necesarios para promover la inclusión económica de las mujeres”.

Mari Pangestu, Directora Gerente de Políticas de Desarrollo y Alianzas del Banco Mundial, explicó que “si bien se han logrados avances, a nivel mundial la brecha entre los ingresos esperados tanto de hombres y mujeres a lo largo de su vida es de U$D 172 billones, casi dos veces el producto interno bruto (PIB) anual del mundo». Y abundó:  «A medida que avanzamos hacia un desarrollo verde, resistente e inclusivo, los gobiernos deben acelerar el ritmo de las reformas legales, para que las mujeres puedan desarrollar todo su potencial y beneficiarse de manera plena y equitativa», abundó.

En cuanto a América Latina y el Caribe, se indica que las mujeres acceden a menos de tres cuartas partes de los derechos legales que tienen los hombres. Y destaca que de las 32 economías de la región, dos promulgaron reformas el año pasado: Argentina y Colombia.

En este y otros continentes hubo avances en materia de derechos femeninos, especialmente en la penalización del acoso sexual y los despidos, sobre todo de embarazadas, pero sin dudas aún en muchos aspectos, en este caso el laboral, la sociedad mundial tiene demasiadas cuentas pendientes con las mujeres.

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Autor entrada: Consumer

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