TRABAJO INFANTIL: LA INFANCIA PERDIDA-Por Luis Tarullo.

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“Demasiadas manos pequeñas están ocupadas arando los campos, trabajando en las minas, caminando grandes distancias para buscar agua y haciendo trabajos que les impiden ir a la escuela». Así se manifestó el papa Francisco en su mensaje a los participantes de la V Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil realizada en Sudáfrica. 
También se pronunció sobre «el delito de prostitución infantil, que privó a millones de niños de la alegría de su juventud y de la dignidad que les corresponde». 
En ese marco, el Pontífice reclamó que se aborden “las causas estructurales de la pobreza global y la escandalosa desigualdad que sigue existiendo entre los miembros de la familia humana”, en sintonía con su encíclica ‘Fratelli tutti’.  
Por ello apeló a que haya «una mayor conciencia y compromiso» de la dirigencia social y de los organismos para reivindicar y proteger los derechos de los niños «a través de la promoción de sistemas de protección social y acceso a la educación para todos». 
«La cuestión del trabajo infantil preocupa particularmente a la Iglesia católica, cuya enseñanza social subraya que, asegurando el presente y el futuro de los niños, aseguramos también el presente y el futuro de toda la familia humana», dijo Jorge Bergoglio en una nota dirigida a Guy Rider, el titular de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). 
Y completó: «La Santa Sede, por su parte, seguirá trabajando para que la comunidad internacional persevere en sus esfuerzos por combatir de manera decidida, conjunta y contundente la explotación del trabajo infantil, para que los niños puedan disfrutar de la belleza de esta etapa de la vida, mientras cultiva sueños de un futuro brillante”. 
El mensaje del Papa fue leído a los participantes de la Conferencia por el nuncio apostólico en Sudáfrica, monseñor Peter Bryan Wells. 
La Conferencia Mundial sobre la Erradicación del Trabajo Infantil se realiza por primera vez en África, el continente con el mayor número de niños trabajadores. El 70% de los chicos trabaja en el sector de la agricultura, en general junto a sus familias. 
En el mundo actualmente hay unos 160 millones de niños que trabajan. “El trabajo infantil es una consecuencia inevitable de la pobreza, pero no podemos resignarnos a que exista”, dijo Ryder. 
La escalofriante cifra significa que en esa condición hay uno de cada 10 chicos de la población mundial, y el número va en aumento, especialmente a partir de la pandemia de coronavirus y en las familias más pobres. El rango etario es el de 5 a 11 años. 
La OIT informó recientemente que en los últimos cuatro años hubo 8,4 millones de niños que se sumaron a los menores que trabajan. 
En el segmento de niños y adolescentes de 5 a 17 años que hacen trabajos peligrosos, la cantidad aumentó 6,5 millones, y asciende a 79 millones. 
Cyril Rhamaphosa, presidente de Sudáfrica, dijo que “el trabajo infantil en todas sus facetas es un enemigo. Es un enemigo del desarrollo de nuestros niños y un enemigo del progreso. Ninguna civilización, ningún país y ninguna economía pueden considerarse a la vanguardia del progreso si su éxito y su riqueza se han construido sobre las espaldas de los niños”, afirmó el mandatario. 
En el sector agrícola trabaja el 70% de los niños (112 millones). Luego están los servicios con 20% (31,4 millones) y la industria con 10% por ciento (16,5 millones).  Además, casi el 28% de los niños de 5 a 11 años y el 35% de 12 a 14 años que trabajan no van a la escuela 
Los varones trabajan más que las mujeres, independientemente de las edades. Pero en las tareas domésticas las diferencias de sexo se reducen. Y por supuesto que los chicos que trabajan corren riesgo de sufrir daños físicos y mentales. 
La OIT y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) han propuesto acciones, como por ejemplo: 
-Fomentar una protección social adecuada para todos que incluya prestaciones universales por hijos 
-Aumentar el gasto en una educación gratuita y de calidad, y facilitar el regreso de todos los niños a la escuela, entre ellos los que estaban sin escolarizar antes de la pandemia de la COVID-19 
-Promover el trabajo decente para los adultos, con el objetivo de que las familias no tengan que recurrir a la ayuda de sus hijos para generar ingresos familiares 
-Poner fin a las normativas de género ineficaces y a la discriminación que propician el trabajo infantil 
-Invertir en sistemas de protección de la infancia, el desarrollo del sector agrícola, servicios públicos rurales, infraestructuras y medios de subsistencia 
En cuanto a la Argentina, una Encuesta de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA) indicó que el drama del trabajo infantil afecta a un 10% de esa población, cifra similar a la mundial. Ello implica que unos 760 mil niños y niñas de entre 5 y 15 años realizan algún tipo de trabajo en el país. 
Los números acá y en el resto del planeta hablan por sí solos. Y las palabras siguen fluyendo, pero sobran. El trabajo infantil no es solo violación de derechos humanos y explotación. Es lisa y llanamente sinónimo de infancia perdida.

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Autor entrada: Consumer

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