FRANCISCO: PERDÓN, AMONESTACIÓN Y PODER-Por Luis Tarullo

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Julio ha sido un mes intenso en cuanto a intervenciones del papa Francisco, tanto en su residencia del Vaticano como en uno de sus viajes pastorales, en este caso a Canadá. Intervenciones que oscilaron entre pedidos de perdón, amonestaciones y acumulación de poder.

A mediados de mes, en un contundente discurso, dijo «por favor, recuerden bien esto: tolerancia cero en los abusos a menores o personas en discapacidad, tolerancia cero. Por favor, no escondan esta realidad”.

Lo afirmó ante los participantes en los capítulos generales de la Orden de la Madre de Dios, de la Orden Basiliana de San Josafat y de la Congregación de la Misión, en el Palacio Apostólico.

Les advirtió allí que «somos religiosos, somos sacerdotes para llevar a la gente hacia Jesús, no para ‘comer’ a la gente con nuestra concupiscencia. Y el abusador destruye, ‘come’ al abusado con su concupiscencia. Tolerancia cero», insistió.

Mientras reclamó “no tengas vergüenza a denunciarlo”, también sostuvo que «los acompaño, eres un pecador, eres un enfermo, pero tengo que proteger a los demás».

El Pontífice abordó otro punto que siempre es motivo de polémica al afirmar que “esto no se resuelve con una mudanza», en referencia a los habituales traslados de comunidad de los acusados.

“Ah, lo enviaré a este continente, lo mandaré al otro continente… ¡No!», enfatizó, oponiéndose de forma tajante a ese principio que se suele conocer como «esconder la tierra debajo de la alfombra».

Al mismo tiempo, recordó a los basilianos ucranianos, en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania: «Estoy cerca de ustedes, toda la Iglesia está cerca, todos ustedes. Los acompañamos como podemos en su dolor. Uno de los mayores peligros actuales es olvidar el drama de Ucrania porque uno se acostumbra y luego pareciera no es tan importante».

Al recordar que vio en un diario que la noticia sobre ese tema estaba en la página 9, expresó que «no es un problema de interés y esto no está bien». Entonces les dijo: «Todos tenemos que mirarlos porque están en el martirio ahora mismo. Están en el martirio. Y les deseo que el Señor tenga compasión de ustedes y que de otro modo esté cerca de ustedes con la paz y el don de la paz».

En cuanto a su viaje a Canadá, allí el Papa, pidió perdón por el mal que perpetraron hombres de la Iglesia católica en ese país contra los indígenas y «por los casos de abusos sexuales», que, afirmó, «son crímenes que requieren acciones fuertes y una lucha irreversible».

«La Iglesia en Canadá, después de haber sido herida y desolada por el mal que perpetraron algunos de sus hijos, ha comenzado un nuevo camino. Pienso en particular en los abusos sexuales cometidos contra menores y personas vulnerables, crímenes que requieren acciones fuertes y una lucha irreversible», expresó Jorge Bergoglio.

Brandi Morin, una periodista indígena y nieta de uno de los sobrevivientes, dijo a la DW que «las comunidades y sus líderes también han pedido que el Vaticano devuelva sus objetos culturales robados, que se encuentran en los museos del Vaticano».

Un tema evidentemente doloroso, que se ha extendido y postergado por muchísimo tiempo, y que ahora se ha decidido abordar desde la máxima jerarquía de la Iglesia católica y que, como todas las cuestiones que permanecen en el ostracismo, piden casi naturalmente urgente reparación.

La otra cuestión es el virtual límite que el Papa decidió ponerle a la tradicional y poderosa orden del Opus Dei, con fuerte presencia en muchos países, entre los que se destaca la Argentina, cuyos integrantes tienen participación en todos los ámbitos de la vida comunitaria, incluida la política.

Juan Pablo II erigió la Prelatura del Opus Dei hace 40 años, y ahora Francisco modificó algunas estructuras para «proteger el carisma» y «promover la acción evangelizadora que sus miembros llevan a cabo en el mundo», difundiendo el llamado a la santidad «a través de la santificación del trabajo y de los compromisos familiares y sociales».

Bergoglio estableció que la referencia para el Opus no será el Dicasterio de los Obispos, sino el del Clero, al que el prelado, máxima autoridad, debe presentar un informe anual sobre el estado de la Prelatura.

Y otro de los puntos que va al hueso de la poderosa orden es que el propio prelado, a diferencia del pasado, ya no podrá ser nombrado obispo.

El Papa explicó que decide esto para «reforzar la convicción de que, para la protección del don especial del Espíritu, es necesaria una forma de gobierno fundada más en el carisma que en la autoridad jerárquica». Así, el título que corresponderá al prelado del Opus Dei será el de «protonotario» apostólico supernumerario con el título de «reverendo monseñor».

«Se pretende confirmar la Prelatura del Opus Dei en el ámbito auténticamente carismático de la Iglesia, precisando su organización de acuerdo con el testimonio del fundador, san Josemaría Escrivá de Balaguer, y con las enseñanzas de la eclesiología conciliar sobre las prelaturas personales», escribió.

En suma, más allá de la formalidad de las disposiciones, se estableció una histórica limitación a la prelatura fundada por Escrivá de Balaguer -canonizado por Karol Wojtyla-, una estructura ultraortodoxa comandada actualmente por Fernando Ocáriz Braña, quien no podrá ser nombrado obispo a partir de esta resolución de Francisco, quien, aunque no se diga con todas las letras, acumula en sus puños más poder.

Crédito imagen portada BBC.

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Autor entrada: Consumer

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