HISTORIAS ASOMBROSAS…
De Trenes y Canales: Cuando se quiso unir, por agua, la Ciudad de Córdoba con el Río Paraná para tener salida al Atlántico sin pasar por Buenos Aires…
Un país que es el Octavo Más Extenso del Mundo sólo puede comunicarse y transportar sus cargas, eficientemente, con Trenes. O por agua. Cuando, en 1890, los ingenieros Dumesnil y Cassaffousth construyeron el Dique San Roque era la represa más grande del mundo.
Fue entonces que el presidente Juárez Celman convocó al Ingeniero Huergo para diseñar un canal navegable que, desde allí, uniera Córdoba con el río Paraná, evitando así que los envíos pasaran por Buenos Aires. Casi todas las cargas y granos viajaban, en ese entonces, por Tren.
La idea del Canal Huergo se complementaría con el Transporte por Ferrocarril. Era una idea genial. Consistía en unir el Río Primero con el Río Segundo y, después, con el Tercero, hasta salir por el Carcarañá al caudaloso Paraná, a la altura de San Lorenzo, cerca de Rosario. De allí podría salir al mar o a la Ciudad de Buenos Aires. Pero, así, ésta perdería su carácter de controlador aduanero de todo el Interior del país. El Canal usaría, en su comienzo, las aguas del Dique San Roque para aumentar el caudal del Río Primero. Se emplearían barcos medianos, de calado regular.
Los costos del transporte iban a abaratarse muchísimo. Se podría usar el Tren, cuya red de vías en Argentina era de las más desarrolladas del mundo, para traer, hasta Córdoba, la producción de todo el Norte y de Cuyo. Y ahí, embarcarla hacia los puertos de todo el mundo. Incluso se aprobó una Ley para construirlo, en 1890. Buenos Aires reaccionó. Primero, golpeando al Dique San Roque. Hubo intrigas políticas para denostar todo aquello que el ya ex presidente de la Nación, el cordobés Juárez Celman había hecho.
Y en el amanecer del 27 de junio de 1892, la ciudad de Córdoba se despertó en medio de los gritos de «Se viene, el Dique entero se ha derrumbado! «.
La Policía fue, casa por casa, golpeando puertas y ventanas avisando que la inundación de la ciudad era cuestión de minutos. Cuando, por fin, se supo que era una falsa alarma, una antecesora de las ahora comunes e infames «fake news”, comenzó una investigación. Vino el ingeniero Stavelius de Europa y aseguró que el colapso de la enorme pared sería inminente. Pero, con el tiempo, eso nunca pasó. Se encontró, en cambio, que el ingeniero no tenía ni siquiera título. Pero Cassaffousth y Bialet Massé, el proveedor de la cal, terminaron presos. Cuando, años más tarde, se construyó un nuevo dique, quisieron dinamitar el viejo.
No pudieron. Ni siquiera con cargas muy poderosas. Es que las calles cordobesas eran inmejorables. Cuando después de estar presos un año, fueron liberados sus constructores, ya estaban en bancarrota. Por otro lado, el Proyecto del Canal Huergo fue obstaculizado por años. Hace poco, ya cerca del año 1999, el arquitecto de Río Tercero, Hugo Taravella, reavivó su factibilidad con estudios serios y precisos. Habría represas en algunos puntos del recorrido. Y eso aumentaría hasta el Turismo, en esos lugares.
Los Costos de los Fletes de Argentina, que hoy, insólitamente, son los más caros del planeta, ya que también se frenó el uso habitual de los Trenes, podrían ser muchísimas veces más barato. Y así, bajar de inmediato la Inflación, esa pesadilla nacional que sí tiene una posible solución: La Reactivación de los Trenes y el Canal Huergo.
Con ellos, todo lo producido en gran parte del Interior se podría embarcar en Córdoba. Taravella falleció en 2002, tratando de ser escuchado.
El Proyecto Canal Huergo, lo mismo que el de la Reactivación de los Trenes en todo el país, era y es tan bueno para el Interior que quienes gobiernan sólo pensando en Buenos Aires, junto a un monopolio familiar que maneja el Transporte Terrestre de Cargas, siempre tratarán de detenerlo. Por el bien del país, ojalá que se iluminen…
Crédito: H. Lanvers. de Facebook-
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