Elefante, ese gigante a cuidar como un bebé-Por Luis Tarullo.

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¿Cuántas veces hemos cantado a nuestros hijos “yo tengo un elefante que se llama Trompita”? Pero ¿cuánto sabemos de los elefantes? Y el porqué de la existencia e incluso de la utilidad de los elefantes, así como de otras especies que están en la otra punta de la naturaleza, como los ácaros.

El abordaje del elefante podría iniciarse por variados andariveles. En muchos aspectos tiene similitudes con el ser humano.

Por ejemplo, pueden vivir alrededor de 70 años, se organizan en comunidades –generalmente matriarcados- y hasta cumplen luto por sus fallecidos.

Claro que hay diferencias con el hombre (y el resto de otras especies) empezando por el hecho de que son los mamíferos más grandes del planeta.

Suelen andar en manadas de hasta 20 integrantes que protegen sobremanera a sus crías, con las hembras a la cabeza, mientras los machos se desplazan aislados o en grupos pequeños y como si fueran hombres solteros.

Los elefantes más grandes pueden medir hasta cuatro metros de altura y pesar hasta casi seis toneladas. Cabe señalar que apenas nacen ya pesan 100 kilos.

El cerebro grande es proporcional a su inteligencia, a diferencia de otras especies, que tienen cerebros voluminosos, pero no tan desarrollados intelectualmente.

¿Cuál es su contribución a la naturaleza? ¿Para qué sirven a la humanidad? Son dos de las tantas preguntas que puede hacerse cualquier persona. Más de lo que cualquier persona puede pensar o creer, es la primera respuesta.

Por dar solo unos pocos ejemplos, podría decirse que tienen una importante función en los ecosistemas, ya que no son animales predadores.

Por ejemplo, sus voluminosos cuerpos abren caminos en bosques y selvas y por allí ingresan otros animales de menor porte.

También son importantes en el desarrollo de la vegetación y la forestación. ¿Cómo? Muy simple. Las semillas que comen se mantienen en su sistema digestivo y luego son eliminadas con sus heces, germinan en la tierra y así se cumple el ciclo de la naturaleza, preservándose muchas especies arbóreas en las zonas donde los paquidermos habitan.

Sus profundas pisadas también son importantes, ya que se transforman en pequeños ecosistemas a partir del agua que se concentra en sus huellas, donde se desarrollan batracios y otros organismos.

Claro que no todo es color de rosa. Los elefantes son presa codiciada por el principal predador: el humano. El hombre y su ambición no trepidan en asesinar a estos nobles animales para comerciar el marfil de sus colmillos desde tiempos ancestrales.

Hay tres especies de elefantes amenazadas por los humanos inescrupulosos: los de la sabana africana (Loxodonta Africana); los del bosque africano (Loxodonta cyclotis) y los asiáticos (Elephas Maximus).

Un elefante asiático puede medir entre 5 y 6,5 metros de longitud, hasta 3 metros de altura y pesar entre 2 y 5 toneladas. El de la sabana africana puede crecer hasta 9 metros desde el tronco hasta la cola, pesar más de 6 toneladas y alcanzar 4 metros de altura. Y el africano de los bosques puede pesar en promedio 2.7 toneladas y alcanzar una altura de 2.5 metros.

Hubo registros de un elefante macho africano de más de 10 toneladas y 4 metros de altura. 

«Los elefantes son animales muy sociales. Necesitan la socialización para su salud y bienestar, es indispensable para ellos», indicó el especialista brasileño Daniel Moura.

«Observamos que las manadas de hembras tienen una relación de hermanas, tías, amigas, haciendo un paralelismo con las relaciones humanas. Cuando se encuentran con otros conocidos se nota en los sonidos que emiten, en los gestos, en el tacto entre ellos», explicó Moura.

En cuanto a la llamada “memoria de elefante”, Moura explicó que esos animales «recuerdan a individuos, ya sean de la misma especie o cuidadores, que conocieron hace años y que han pasado mucho tiempo sin ver. Podemos saberlo por su comportamiento en presencia de un individuo al que no había visto durante mucho tiempo».

Además de reconocer a los «amigos», la memoria ayuda a las matriarcas en las estaciones secas, cuando necesitan guiar a sus rebaños a lugares con agua, a veces durante decenas de kilómetros.

Moura dijo que “los elefantes son animales muy sensibles y afectuosos. Si una cría de elefante se queja de algo, toda la familia se acerca a ella para tocarla y acariciarla. Los elefantes muestran tristeza, alegría, compasión e incluso dolor a través de diversos lenguajes corporales».

Contó una historia muy bella y conmovedora. Una elefanta que vivía en el Santuario de Elefantes de Brasil llamada Guida falleció en 2016. «Vivió durante más de 40 años con otra elefanta, Maia, quien tuvo un proceso de duelo en el que notamos un cambio en su comportamiento, un autoaislamiento. Pasaron unos dos meses hasta que volvió a ser Maia y permitió que otros elefantes se acercaran a ella».

¿Qué pasa con los colmillos de marfil? Son los dientes que tienen los elefantes (el equivalente a los incisivos en otros mamíferos) que han crecido demasiado.

En la vida cotidiana los elefantes los usan para buscar agua o minerales en el suelo, para pelar árboles en procura de alimentos ricos en fibra y en la competencia por las hembras entre los machos.

Pero la caza de los elefantes para la venta de marfil puede estar influyendo en la desaparición de esta característica. Un estudio de 2021 publicado en la revista Science, que analizó manadas de elefantes en el Parque Nacional de Gorongosa, en Mozambique (África), indicó que los sobrevivientes de un período de caza intensiva entre 1970 y mediados de los 90, que terminó con cerca del 90% de los animales, llegaron a edades avanzadas sin desarrollar presas.

El análisis demostró que 200 hembras adultas conocidas, el 51% de los supervivientes (y animales de más de 25 años), no tenían presa. Además, el 32% de las hembras nacidas desde entonces tampoco han desarrollado este rasgo. Normalmente, la falta de colmillos sólo se da en el 2% al 4% de las hembras del elefante africano.

Un informe de National Geographic en 2018 indicó que esa tendencia negativa también se identificó en otros países con un historial de caza de marfil. En Sudáfrica, por ejemplo, casi el 98% de las 174 hembras del Parque Nacional de Elefantes de Addo no tenía colmillos a principios de la década de 2000.

La caza también ha provocado la disminución del tamaño de esos dientes. Un estudio de 2015 realizado por la Universidad de Duke (Estados Unidos) y el Servicio de Vida Silvestre de Kenia, identificó que los elefantes macho nacidos después de 1995 tenían colmillos un 21% más pequeños que los elefantes nacidos en la década de 1960, y un 27% más pequeños que las hembras de ese período.

Se estima que habría hasta unos 500.000 elefantes en el mundo en estado salvaje. Pero la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) dicen que esos animales están en peligro de extinción. 

Las inclemencias del tiempo también afectan a los animales y los elefantes no son la excepción.

Por ejemplo, en Kenia, debido a la sequía, se han perdido 205 elefantes en los últimos tiempos. A ello se suma que cerca de 20.000 ejemplares de elefante mueren cada año por el tráfico de marfil, lo que supone una media de 54 al día, según la organización conservacionista WWF.

En síntesis, evidentemente un elefante es mucho más que una canción infantil, y cuando se lo conoce uno lo quiere y desea cuidarlo tanto como a un bebé.

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Autor entrada: Consumer

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