Violencia y Derechos de la mujer- Margaret H. Keane-Por Susana Zadoff.

Se trata de una temática espinosa y compleja, aún no resuelta y de larguísima data a lo largo de la Historia de la Humanidad.                          

La ONU estableció en el año 1993 su “Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer “en ella se establece “la urgente necesidad de una aplicación universal a la mujer, de los derechos y principios relativos a la igualdad, seguridad, libertad, integridad y dignidad de todos los seres humanos”.                        

Podemos comprender la Violencia como todo acto que pueda generar un daño físico, sexual y psicológico. Las amenazas de los actos violentos se perpetúan de diferentes modos, uno de ellos es la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la vida privada.                                       

La disparidad e igualdad de derechos es un complejo entramado vincular en el cual la modalidad comunicacional contiene su raíz en la estructura de parentesco a través del sistema patriarcal. En éste el poder lo ejercen los hombres, lo establecido tiende a naturalizarse, a volverse universal  se interna y convalida en el ámbito sociocultural. Se naturaliza en el seno familiar, se replica, repite en una especie de tejido invisible  que cual onda expansiva se torna eterna, propia de la vida y de lo obvio.                                                                       

Un ejemplo en relación a la Violencia  acerca de los Derechos de la Mujer ocurrió en el siglo XX con una artista plástica llamada Margaret Hawkins Keane. Los cuadros  conocidos como «big eyes», fueron bastante populares en la década de los 70, y se convirtieron en un objeto de culto. Se vendían firmados con el apelativo Keane, y durante más de una década ocultaron la terrible historia de mentiras y abuso doméstico que sufrió su verdadera creadora.                                                                                                  Margaret había tenido un primer matrimonio que se derrumbó y, a pesar de haber tenido el coraje de abandonar a su esposo, trasladándose con su pequeña hija a la ciudad de Nueva York, se topó con la repetición de lo no deseaba, pero de la que no pudo escapar.                     

Intentó mantenerse con su trabajo artístico, pero pocos estaban interesados en los niños de ojos grandes y tristes que la joven madre pintaba. En esta ciudad encontró a su segundo marido Walter Keane, de un carácter extrovertido y encanto seductor Ella creía haber encontrado la verdadera felicidad pero poco a poco su situación comenzó a cambiar hasta llegar al ultraje de su identidad, el abuso y el sometimiento.                                                                          

El primer golpe para descubrirlo llegó cuando Margaret se sorprendió de las mediocres habilidades de Walter en el arte, ya que plagiaba paisajes que vendía como propios. Este hombre le propuso que se dedicara a pintar mientras él intentaba vender sus cuadros de los niños de ojos grandes, y ella lo aceptó. Pero él en bares y galerías comenzó a tomarse el crédito como pintor de aquellos cuadros. Mientras los Big Eyes comenzaban a tener éxito, Walter se abocó a minar la autoestima de ella, diciéndole que su trabajo era malo y no sólo ejerció abuso psicológico, sino que la obligó a estar encerrada en su estudio, como una esclava pintando durante 16 horas diarias.

A pesar de haber descubierto lo que él hacía, logró enredarla para seguir con el engaño, porque, según él era la única forma de vender las pinturas. Llegó al punto de amenazarla con la muerte o a incendiar la casa con ella y la hija dentro, si no continuaba obedeciendo, es decir encerrada y pintando. Margaret   no tenía medios para sostener económicamente a su hija, por lo cual aceptó el acuerdo durante 10 tortuosos años, hasta que se arriesgó, abandonó a Walter y partió hacia Hawái, A pesar de todo lo padecido, el vínculo patológico pudo más y desde allí continuó enviándole sus cuadros. En su caso, la religión le brindó el acompañamiento y contención para encontrar la confianza y seguridad que carecía. Comenzó entonces la búsqueda de recuperar su identidad y derechos como pintora  enfrentando a Keane judicialmente.

El juez solicitó como prueba que realizaran una pintura ahí mismo, en el juzgado. Ella en menos de una hora mostró su obra, mientras que Michael no pudo hacer nada. El dictamen fue a favor de Margaret con la restitución de todos sus derechos sobre los Big Eyes, mientras que Walter fue condenado a pagar una multa millonaria.

Viajaremos muy pronto por el tiempo para descubrir a otras mujeres que pudieron hacer valer sus Derechos.

Soy  Susana Zadoff para  Consumer Periodismo.

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Autor entrada: Consumer

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