La escuela, la mejor barricada en Ucrania-Por Luis Tarullo.

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Las guerras nunca dejan nada positivo para la gente de a pie, y mucho menos para los niños. La conflagración entre Rusia y Ucrania obviamente no es la excepción, y organismos internacionales y otros países han puesto manos a la obra para paliar las consecuencias negativas en materia educativa y psicológica de miles de chicos ucranianos. 

Las escuelas, nadie lo ignora, tanto en la guerra como en la paz, son el mejor activo para la humanidad y garantía de futuro. 

La UNESCO, con el Ministerio de Educación y Ciencias de Ucrania y el apoyo financiero del Gobierno de Japón, desarrolla un proyecto para apoyar a 15.000 psicólogos escolares de Ucrania. 

Foto crédito Infobae

En el marco de la campaña nacional de salud mental y apoyo psicosocial dirigida por la Primera Dama de Ucrania, la iniciativa brinda a los psicólogos escolares «la oportunidad de adquirir nuevas competencias, compartir experiencias y utilizar herramientas y materiales de nivel internacional», informó la UNESCO, la agencia de las Naciones Unidas para la Educación.  

En ese sentido, destacó que «la educación desempeña un papel crucial en el bienestar de estos niños, y los psicólogos escolares están en primera línea en la protección de su salud mental».  

Olena Kravchenko, psicóloga escolar del instituto de enseñanza de segundo ciclo de secundaria de la ciudad de Severodonetsk, dijo que en su país «los niños han tenido que convertirse en adultos demasiado rápido». 

El instituto es una Escuela Asociada de la UNESCO, funciona on line y pese a las acciones bélicas la mayoría de los alumnos asiste a las clases.  

No obstante, advirtió que «algunos educandos tienen problemas con el sueño, otros tienen comportamientos ansiosos, algunos se han vuelto pasivos y silenciosos, mientras que algunos se han vuelto más agresivos con comportamientos destructivos». Entonces ella y sus colegas tratan de reforzar las defensas mentales de los alumnos, por ejemplo, a través de la arteterapia y la musicoterapia y con prácticas de respiración. 

La UNESCO sostiene que «los psicólogos escolares necesitan apoyo urgente para desarrollar nuevas capacidades que les permitan satisfacer las necesidades psicológicas que han surgido durante la guerra. A pesar de la difícil situación, estos profesionales persisten y se comprometen a ayudar a los educandos a afrontar la situación».  

Tatiana Andreeva, psicóloga facultativa de Odesa, contó que «damos a los alumnos la oportunidad de hablar de sus sentimientos, pero nos aseguramos de dirigir su atención hacia las pequeñas victorias, los puntos fuertes y las buenas noticias. Todos los días se puede encontrar algo positivo».  

Y en Kiev, Antonina Danko y sus pares estimulan a los maestros a «escuchar activamente» y ofrecer un espacio tranquilo para que los alumnos compartan sus sentimientos, porque, dice, «un niño tranquilo es un niño que tiene potencial para aprender». 

En tanto, Antonina Lysyk, psicóloga facultativa en el instituto de segunda enseñanza Kamianets-Podilskyi nº 1, en el oeste de Ucrania, una escuela con 190 años de historia que es utilizada como refugio temporal para desplazados internos, busca aprender «métodos eficaces para trabajar con niños que han perdido a sus seres queridos», otra cuestión que profundiza la crisis de los pequeños. 

Además, está la cuestión de la educación en sí misma y los inconvenientes para impartir conocimientos en medio de una guerra. Pero Olena Lyzhneva, una docente de 29 años que tuvo que abandonar su pueblo y trasladarse a otro y enseña inglés en una escuela, dice que «ahora es más fácil dar clases en línea». 

Contó que «he recibido el Chromebook y, junto con una pizarra en línea, un lápiz óptico y diferentes programas, puedo hacer que las clases sean mucho más interesantes».  

Ella, como más de 50.000 docentes ucranianos, recibieron Chromebooks -un tipo de computadora portátil- para garantizar la continuidad del aprendizaje. 

Ante un pedido urgente de ayuda del Ministerio de Educación y Ciencias de Ucrania, la UNESCO se asoció con Google para organizar la entrega de más de 50.000 de esos instrumentos a los docentes de toda Ucrania, incluidos los desplazados internos. 

Natalia Dereglazova, que enseña física en una escuela especial para alumnos con discapacidad visual, recibió un Chromebook en enero pasado. «Lo utilizo para la enseñanza en línea con mis alumnos. Abre infinitas posibilidades tanto para los alumnos como para los docentes, ya que es posible hacer zoom en la pantalla, algo muy importante para los alumnos con discapacidad visual», comenta. Y Chikisheva Yana, profesora de informática, dice que «utilizo este dispositivo inteligente para preparar e impartir mis clases en línea, al tiempo que preparo a los niños para diversas competiciones, como las Olimpiadas, así como en las clases del círculo de robótica». 

La UNESCO sostiene que «la salud mental y el apoyo psicosocial han sido identificado como necesidades urgentes. Tanto los educandos como los docentes necesitan apoyo para hacer frente a las traumáticas consecuencias de la guerra. Incluso a distancia y a través de un ordenador, los docentes pueden mantener un vínculo con sus alumnos, pero también proporcionarles apoyo moral y psicosocial».  

Una docente contó que una vez se cortó la luz en su colegio, cuando estaba dando clases a alumnos de primer grado de primaria y los nenes le tomaron las manos y varios gritaban: «Son cohetes!». 

«El peor momento fue cuando recibimos las listas de los niños que habían perdido sus casas o a sus padres. Leía esas listas rezando para no ver ningún nombre de los alumnos de mi clase», sostuvo. 

Estas tareas y los apoyos recibidos también son fundamentales para los educadores: «Mi trabajo favorito me salvó», afirmó Medvedeva Iryna, docente de química. 

«Recuerdo mi primera clase con los alumnos de 11° grado tras el inicio de la guerra. Casi toda la clase se conectó en línea y hablé de las propiedades del carbono. Me temblaba la voz. Los niños hacían preguntas y yo contestaba. Hacia el final de la clase, me di cuenta de que me había olvidado de la guerra y del peligro», comentó.  

Otra profesora, Zoia Honcharova, de matemáticas, dijo que lo más difícil era «mirar a los ojos de los niños por primera vez y no derramar lágrimas». Y Larysa Pavliuk, docente de inglés, relató que «algunos de mis alumnos sobrevivieron a la ocupación, se convirtieron en refugiados o sufrieron tragedias en sus familias. Para mí ayudarles a volver a estudiar motivados por la educación, a socializar con sus compañeros y a creer en su brillante futuro se convirtió en un desafío». 

La guerra, ha dicho León Gieco en su inmortal «Solo le pido a Dios», es un monstruo grande y pisa fuerte toda la pobre inocencia de la gente. Pero sobre todo destruye la inocencia de los pequeños, que, si tienen la suerte de sobrevivir, se habrán visto convertidos en adultos en un abrir y cerrar de ojos. 

Bienvenido sea entonces todo aquello que pueda paliar los tenebrosos efectos de la guerra en esos niños que no son responsables de nada y que son víctima de todo, y de todos. Y bienvenidas entonces las escuelas, las letras, los números y los maestros, universalmente las mejores barricadas. 

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Autor entrada: Consumer

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