Elsa Bornemann- Yayo Hourmilougue.

Recuerdos de la autora de cuentos infantiles prohibidos que las maestras escondían en macetas y en sótanos

La escritora argentina Elsa Bornemann murió hace diez años y una muestra homenajea su vida y su obra, que tuvo libros destacados como “Socorro”, “Un elefante ocupa mucho espacio” y “El libro de los chicos enamorados”.

Por

Marina Navarro para Leamos.

6 Jul, 2023

Bornemann aseguraba ser como una pediatra pero del mundo literario: «Especialista en chicos».

Elsa Bornemann

Cualquiera que se asome a la Biblioteca del Congreso podrá confirmar que por allí anda, de alguna manera, la escritora infanto juvenil Elsa Bornemann. Es que ya está inaugurada allí la muestra “Mil grullas para Elsy”, un homenaje a la autora argentina, que murió hace diez años. La exhibición montada recorre la obra de Bornemann a través de las distintas ediciones de sus libros y también se accede a fragmentos de su vida más íntima a través de fotos familiares. En esta nota, la mirada de su hermana y su editora para seguir pensando por qué su obra y su legado siguen estando tan vigentes.

La infancia y la adolescencia de Elsa Isabel Bornemann, que había nacido el 20 de febrero de 1952, transcurrió en el barrio de Parque Patricios junto a sus padres Blanca Nieves Fernández, argentina, y Wilhelm Karl Henri Bornemann. Era la menor de tres hermanas: Hilda, a la que llamaban Chiche, “el chiche primero de la familia” y Margarita, “Mai”, porque a Elsa de pequeña le costaba pronunciar su nombre.

En muchos de sus textos hay referencias a “mis hermanas mayores”, como solía llamarlas, e incluso algunos de sus cuentos están inspirados en ellas, como “Una trenza muy larga”, donde la protagonista se llama Margarita. Al cuento lo escribió cuando tenía catorce años.

Margarita Bornemann tiene 80 años y se parece mucho a su hermana: el pelo rubio, fino, la piel blanquísima, los ojos claros, la sonrisa amplia. Sentada en el café donde transcurre la entrevista, la recuerda inquieta y curiosa desde chica: “Hacía cerámica, cantaba, tocaba la guitarra. Ganó dos campeonatos en natación. Cuando ella nació, solo había varones en el barrio, era una nena muy tímida”, dice Margarita. Pero eso no le impidió jugar a la par. “La llamaban varonera. Entonces mi mamá le ponía debajo de la pollerita un bombachudo, porque se tiraba del tobogán boca abajo y se subía a los palos, así como hacen los varones,” dice. Fue la primera en usar jeans en el barrio.

De esa época hay un registro fotográfico en la muestra “Mil grullas para Elsy”: se la puede ver de jeans, rodeada de amigos, y de pantalones largos en vacaciones familiares, siempre sonriente. También hay imágenes de su paso por la escuela, de guardapolvo blanco. Hay incluso una copia de puño y letra de la carta de su maestra de sexto grado que dice así:

Elsy, como la llamaba su entorno íntimo, empezó a leer y a estudiar idiomas desde muy chica. Dominaba a la perfección el inglés, el alemán y el italiano. Se recibió de maestra y luego de profesora en Letras en la Universidad de Buenos Aires, y obtuvo el Doctorado en Letras. Ejerció la docencia y trabajó en una empresa japonesa donde conoció a su marido de toda la vida. De su experiencia como azafata también hay imágenes en la muestra. Elsa con un traje sastre característico de las empresas de aerolíneas o posando junto a sus compañeros, al pie de la escalera de un avión.

Siempre escribió. Su primer libro de poemas, Tinke-tinke, aparece en 1971. Bornemann tenía dieciocho años y lo había escrito cuatro años antes. Pero es en 1976, con la salida de Un elefante ocupa mucho espacio, que logra alcanzar notoriedad. El libro de cuentos es elegido para integrar la lista de Honor del Premio Internacional “Hans Christian Andersen”, el galardón suizo destinado a destacar la literatura infantil y juvenil. Pero un año después el libro es prohibido por la dictadura militar. El cuento que lleva el nombre del libro inicia así:

“Que un elefante ocupa mucho espacio lo sabemos todos. Pero que Víctor, un elefante de circo, se decidió una vez a pensar ‘en elefante’, esto es, a tener una idea tan enorme como su cuerpo… ah… eso algunos no lo saben, y por eso lo cuento:

Verano. Los domadores dormían en sus carromatos, alineados a un costado de la gran carpa. Los animales velaban desconcertados. No era para menos: cinco minutos antes, el loro había volado de jaula en jaula comunicándoles la inquietante noticia.

El elefante había declarado huelga general y proponía que ninguno actuara en la función del día siguiente.

–¿Te has vuelto loco, Víctor? –le preguntó el león, asomando el hocico por entre los barrotes de su jaula. –¿Cómo te atreves a ordenar algo semejante sin haberme consultado? ¡El rey de los animales soy yo!”.

Años más tarde, ya en democracia, las maestras se acercaban a la Feria del Libro con los ejemplares guardados y le mostraban los vestigios. “Iban con fotocopias amarillas manchadas porque las habían metido dentro de macetas, en sótanos o en altillos y le decían: “Elsy, te seguimos leyendo”, recuerda Margarita. Elsa lloraba de emoción, no podía creer cómo se habían animado a arriesgarse así.

Te dejamos la nota completa de Marina Navarro en nuestra plataforma.

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Entre los libros más aclamados de la autora se destacan El libro de los chicos enamorados -poemas-, El niño envuelto, – una novela para niños- La edad del pavo y Socorro, el libro de cuentos que definitivamente la consagró como una de las mejores escritoras de su época. No solo porque vendió más de 100.000 ejemplares, sino porque era un libro de cuentos de terror, un género no explorado en la literatura juvenil.

Allí Bornemann acerca historias que aún hoy resultan inquietantes, como “Aquel cuadro”, donde un hijo busca en una pintura a un asesino, o “Manos”, ese relato de unas niñas que se toman de la mano en plena noche para no sentir miedo y al otro día cuando la distancia entre sus camas les impide acercarse, se dan cuenta de lo que en verdad ocurrió: hubo otras manos además de las de ellas.

“Cuatro manos más aparte de las seis de las niñas, moviéndose en la oscuridad de aquella noche al encuentro de otras, en busca de aferrarse entre sí. Manos humanas. Manos espectrales. (Acaso a veces, de tanto en tanto, los fantasmas también tengan miedo… y nos necesiten…)”, dice el cuento.

«Socorro», cuentos de terror que asustaron a varias generaciones de chicos y adolescentes argentinos.

«Socorro», cuentos de terror que asustaron a varias generaciones de chicos y adolescentes argentinos.

Muchas de las distintas ediciones de sus libros, a través de los años, están exhibidas en la muestra de la Biblioteca del Congreso. Se puede visitar, con entrada gratuita, de lunes a sábados de 8 a 23 y sábados y domingos de 10 a 20, hasta el 26 de septiembre.

“La idea era contar a una Elsa Bornemann más íntima, por eso un poco el título de la muestra, se la menciona con el nombre con el que firmaba, Elsy. Y se toma el cuento “Mil grullas” desde un lugar más esperanzador, más alegre. Como la vinculación directa que ella tenía con los chicos. De eso su nutría su escritura, porque había un fluir constante sin intermediaciones”, dice Agustín Bourdieu, uno de los curadores de la muestra.

El cuento al que refiere tiene lugar en Hiroshima, donde dos niños se enamoran, y ese amor queda trunco cuando uno de ellos es víctima de la bomba atómica. Pero de acuerdo a la leyenda japonesa, si se confeccionan mil grullas de origami la persona puede tener una larga vida. Y al igual que Toshiro, que lucha por mantener la vida de su amiga, sus lectores construyen mil grullas para que Elsy siga viviendo para siempre.

Entre los documentos exhibidos en la muestra, abundan las fotos y las anotaciones de Elsa, con esa letra cursiva tan prolija y precisa. Guido Bruveris, quien fuera el ilustrador de libros como No somos irrompibles y El libro de los chicos enamorados, está presente no solo por las tapas de los libros que hizo para la autora, sino por un particular retrato.

Se la ve a la autora ensimismada en sus pensamientos, la mano apoyada en el rostro, sus ojos celestes, enormes, y en la cabeza y a colores: el mundo de Elsy. Sus lectorcitos trepados a su pelo, haciendo burbujas, andando en bicicleta, pensando, leyendo, imaginando como ella, también hay flores, un gato, -porque amaba a sus gatos-, un caballo que parece no tener riendas, pájaros y más colores. La obra se llama “Pajaritos en la cabeza”.

La muestra incluye obras inéditas que se hicieron especialmente para ilustrar los cuentos del libro Socorro, a cargo del ilustrador José Sanabria y un grupo colaboradores. También durante la última Feria del Libro, en el rincón Loqueleo del stand de la editorial Santillana, la recordaron con una propuesta con el mismo nombre, “Mil grullas para Elsy”, haciendo talleres y lecturas. Después cada chico colocaba la grulla que había realizado en un mural colaborativo.

La edición original del libro censurado: fue el segundo que publicó Bornemann.

La edición original del libro censurado: fue el segundo que publicó Bornemann.

A cargo de la iniciativa estuvo María Fernanda Maquieira, quien fue su editora desde principios de los 90 y así la evoca: “Me tocó reeditar parte de sus obras más famosas. Recuerdo que las pruebas se hacían en papel en esa época y ella las devolvía con sus notas, llenas de dibujos, stickers y brillitos, con esa letra prolija y ornamentada que la caracterizaba. Era muy meticulosa con las correcciones porque tenía una formación muy sólida, pero siempre sus indicaciones eran desde un lugar amable”, dice.

Y destaca el vínculo cercano que tenía con sus lectores. “Elsa se tomaba el tiempo de responder y enviar por correo todas las cartas que llegaban a la editorial. Era algo increíble. Y en las Ferias del Libro, la fila para verla y firmar libros duraba horas, porque ella se ponía a charlar con todos y le hacía una dedicatoria especial a cada uno, con sus lapiceras de colores y sus dibujitos. La Feria cerraba, y Elsa seguía allí”, detalla Maquieira.

Elsa Bornemann siempre fue muy reservada con su vida privada. Es difícil encontrar registros audiovisuales, y en las notas a la prensa, siempre hacía mención a sus pequeños lectores, a los que llamaba “amorcitos”, y a la escritura. Pero había más Elsas. La melancólica, a la que le pesaba un poco el mundo de los adultos y no haber podido ser madre. También estaba la cómplice, la que nunca contó a nadie qué le decían sus “lectorcitos” en las cartas, la enamorada del actor Gregory Peck, al que le dedicó dos libros.

Estaba además la Elsa que adoraba a su padre y disfrutaba de los domingos en familia y los veranos en Villa Gesell. La que solía hacer bromas aprovechando su anonimato. Ponía voz de nena cuando llamaban por teléfono y preguntaban por ella, o decía tener ochenta años, y luego aparecía en la cita acordada diciendo que en realidad ella era la nieta de Elsa Bornemann. La que amaba a los animales y les leía en voz alta a sus perros y gatos. Y la que escribía textos para adultos que nunca vieron la luz, solía decir: “Yo no mezclo, soy como una pediatra: especialista en niños”.

Algunas de las ilustraciones de los libros de Bornemann, en la muestra que puede visitarse gratis.

Algunas de las ilustraciones de los libros de Bornemann, en la muestra que puede visitarse gratis.

Desde su muerte, el 24 de mayo de 2013, Margarita tomó su legado y recorre escuelas y realiza actividades en su nombre. Durante la pandemia los textos de Elsa Bornemann llegaron a los chicos a través de su voz. Margarita cree que esa es su misión, ser un puente entre la literatura de Elsa y los chicos. Por eso siempre lleva un libro de su hermana para leer, -como ahora-, en voz alta:

Yo dibujo puentes para que me encuentres.

Un puente de tela con mis acuarelas…

Un puente colgante, con tiza brillante.

Puentes de madera, con lápiz de cera…

Puentes levadizos, plateados, cobrizos…

Puentes irrompibles, De piedra, invisibles…

Y tú… ¡quién creyera! ¡no los ves siquiera!

Hago cien, diez, uno… ¡no cruzas ninguno!

Mas… como te quiero… dibujo y espero.

¡Bellos, bellos puentes! para que me encuentres.

Quién fue Elsa Bornemann

♦ Nació en Buenos Aires en 1952 y murió en esa misma ciudad en 2013.

♦ Fue azafata, profesora de letras, conferencista y, sobre todo, escritora.

♦ Publicó Un elefante ocupa mucho espacio, No somos irrompibles y ¡Socorro!

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https://www.infobae.com/leamos/2023/07/06/recuerdos-de-la-autora-de-cuentos-infantiles-prohibidos-que-las-maestras-escondian-en-macetas-y-en-sotanos/

Crédito Marina Navarro para Leamos. Infobae-

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Autor entrada: Consumer

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